Agradecido y emocionado al recibir el Premio Astrid Lindgren
Los galardones que cada tres años entrega la Federación Internacional de Traductores (FIT) en su congreso mundial distinguen a profesionales de todo el mundo por su trabajo en campos muy variados, desde la traducción de ensayo y narrativa hasta la solidaridad dentro de la comunidad de traductores e intérpretes. ¡Y este año he tenido la inmensa suerte de recibir uno: el Premio Astrid Lindgren de traducción de literatura infantil y juvenil!
La ceremonia se celebró nada menos que en Cuba a principios de junio y en la cara se ve la felicidad con la que recogí el premio. Tuve también oportunidad de pronunciar unas palabras (hasta que empezó a sonar la orquesta) y aproveché para dar las gracias a diestra y siniestra, para glosar la figura del traductor de libros para niños y jóvenes… y de paso para hacer unas cuantas reivindicaciones, ya me que ponían un micrófono delante.
¡Y encima el premio lleva el nombre de mi adorada Astrid Lindgren, en la que estuve pensando tanto el año pasado cuando pasé un mes y pico de residencia en Gotland y visité la casa y los escenarios del rodaje de la serie de Pippi Calzaslargas! Sin duda, el espíritu de las dos me echó una mano.
Los objetivos del galardón son impulsar la traducción de la literatura infantil y juvenil, mejorar su calidad y promover el papel de los traductores en el acercamiento cultural de los pueblos del mundo. Creado en 1981, cuenta con el apoyo del Astrid Lindgren Fund y se financia gracias a una donación de la propia autora. Con anterioridad lo han ganado profesionales de todo el mundo como Anthea Bell, Francesca Novajra, Torstein Bugge Høverstad o Åke Holmberg. El jurado de este año fue muy generoso en su veredicto: “El extenso catálogo de traducciones de Carlos Mayor, que abarca todas las franjas de edad de la literatura infantil y juvenil, así como su labor académica y de divulgación, lo convierten en un candidato excepcional. Mayor ha traducido más de 170 títulos para niños y jóvenes del inglés, el francés y el italiano al catalán y al castellano. Es un profesional activo y comprometido que difunde su experiencia profesional mediante conferencias, talleres y artículos, así como campañas por los derechos de los traductores de libros para niños y jóvenes. Los jueces han quedado impresionados por su llamamiento a los traductores para fomentar el placer de la lectura entre los lectores más jóvenes. El veredicto es unánime”.
El premio me lo entregó la secretaria general de la FIT, Alexandra Jantscher-Karlhuber, y la persona que me acompañaba en el escenario mientras pronunciaba el discurso es la presidenta de la Comisión de Premios de la FIT, Reina de Bettendorf. Las fotos son de Guillaume Deneufbourg. ¡Fue un día que viví con muchísima emoción entre grandes colegas y que nunca olvidaré!